El impuesto de la renta hace su aparición.
Ocurrió en 1427, en Florencia, cuando se creó una lista donde aparecía un titular y las tierras que poseía, era el catastro (castato).
Hasta ese momento, lo que existía era el tributo medieval que de una forma indirecta se cobraba. Con el nuevo catastro todo cambiaba ya que cada tres años todos los cabeza de familia debían de presentar un informe de su riqueza; ingresos, deudas, propiedades y quiénes constituían la familia.
Este nuevo impuesto estaba legislado de tal forma que quienes más tenían, más porcentaje pagaban. Ahora bien, había lugar para las quejas o sugerencias.
Existía, sin embargo, “las benditas exenciones” que eran los inmuebles y las obras de arte.