La batalla de Mühlberg
La batalla de Mühlberg, en Alemania, no fue una batalla cualquiera. Se peleaba por el poder político, militar y religioso. Era un tiempo donde los reyes, duques y demás personajes poderosos luchaban al frente de sus tropas. Todo con el fin de alcanzar más poder…
En realidad hay que retroceder unos años antes de la batalla para entender las razones de la misma. Nos vamos al momento en que el clérigo Martín Lutero, harto de la corrupción de la Iglesia católica romana, clava un documento en las puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg, el 31 de octubre de 1517. En ese documento estaban escritas 95 tesis y eran una fuerte crítica por la venta de indulgencias, unos documentos con los que los pecados eran perdonados para poder ir al cielo, bajo pago claro. Un lucrativo negocio en el que estaban involucrados la banca, el arzobispo de Maguncia, el emperador Maximiliano y el propio Papa, quien las vendía para financiar la construcción de una nueva catedral.
Tal hecho creó un cisma entre los cristianos. Los seguidores del alemán fueron llamados protestantes y Martín fue declarado hereje por el Papa.
Dichos factores, no sólo religiosos, sino también políticos, afectaban al emperador Carlos V. Los opositores al emperador habían formado la Liga Esmalcalda compuesta por príncipes alemanes que hacían todo lo posible por amargarle la existencia. Estos príncipes, además de defender la reforma de Lutero, deseaban obtener poder político y hacerse con parte del patrimonio de la Iglesia.
En 1547 el rey de España se cansó de esta situación, se alió con su hermano el archiduque Fernando y con un protestante con intereses estratégicos; Mauricio de Sajonia.
Por un lado las tropas del emperador Carlos V: unos 59.000 hombres divididos entre veteranos de los tercios españoles, lasquenetes alemanes, jinetes de caballería e infantes italianos y flamencos.
Por otro lado las tropas de la Liga Esmalcalda: unos 85.000 infantes dirigidos por Federico de Sajonia y Felipe I de Hesse.
24 de abril. El río Elba, cerca de Mühlberg, dividía a los dos ejércitos. Como la Liga Esmalcalda había destruido los puentes, se sentía protegida en la otra orilla. Lo que no sabían los de la Liga es que un campesino iba a indicar al duque de Alba un vado por el que podrían pasar a la otra orilla. Aprovechando la situación, las tropas del emperador pillaron desprevenido al enemigo que todavía dormía. Estos intentaron huir, aunque sin mucho éxito la verdad. Los príncipes fueron capturados y encarcelados en el castillo de Halle, y con suerte ya que estaban condenados a muerte. La Liga Esmalcalda fue disuelta y Carlos V salió mucho más reforzado.
La reforma que había iniciado Lutero no terminaría en aquella batalla, había demasiado en juego, y unos años más tarde los príncipes alemanes se aliaron con Francia y vencieron al propio Carlos V.
Una curiosidad: Mauricio de Sajonia terminaría traicionando al emperador ya que se alió con estos últimos príncipes alemanes para así tener más poder todavía. Estaba claro que cada uno iba a lo suyo.